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Competitividad, lo macro pasa factura

Rosario Córdoba Garcés Presidenta del Consejo Privado de Competitividad
septiembre 28, 2016

Columna publicada en Portafolio. 

El Foro Económico Mundial (FEM) lanza hoy su Reporte Global de Competitividad 2016-2017. En éste, Colombia aparece en el puesto 61 entre 138 países, la misma posición que el año anterior. A nivel latinoamericano, el país continúa ocupando la quinta casilla por debajo de Chile, Panamá, México y Costa Rica.

La estabilidad en el ranking de competitividad del FEM es el resultado de mejoras leves en algunos aspectos, y de un deterioro marcado en otros. Por un lado, el país mejoró su posición en seis de los 12 pilares que mide el Reporte, incluyendo los de Instituciones, Salud y Educación Primaria, Eficiencia del Mercado de Bienes y del Mercado Laboral, Preparación Tecnológica y Tamaño del Mercado (Gráfico 1). Estos avances son importantes pues durante varios años Colombia ha estado rezagado en estos factores. Aún más, de no ser por la introducción de un nuevo país –Brunei– por encima de Colombia, habríamos subido a la posición 60 frente a los países que fueron medidos el año anterior.

Gráfico 1. Resultados 2016 del Ranking de Competitividad del FEM

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Fuente: Foro Económico Mundial.

A pesar de estas noticias positivas, el país sufrió un retroceso en dos pilares que resultan esenciales para las empresas. Por un lado, Colombia bajó del puesto 76 al 79 en el pilar de Innovación y, más preocupante aún, se desplomó de la posición 32 a la 53 en su Ambiente Macroeconómico. Esta caída se explica sobre todo por la expansión del déficit fiscal del Gobierno nacional en 2015, y el aumento de la inflación que el país sufrió en 2016. Ambos hechos han creado incertidumbre en el ambiente de negocios, y su corrección es esencial para no perder el camino ganado en otros terrenos.

Balance de la década: 2007 a 2016

Más allá de entender los cambios del último año, el Reporte del FEM es útil para hacer seguimiento a los avances de mediano plazo del país. En 2006, Colombia creó su Sistema Nacional de Competitividad y estableció una visión para el año 2032, en la cual proponía que para entonces Colombia sería “el tercer país más competitivo de América Latina, con un nivel de ingreso per cápita equivalente al de un país de ingresos medio altos”.
Tras una década, Colombia ha dado pasos en la dirección correcta en el desarrollo de su mercado financiero, en el despliegue de una mayor capacidad tecnológica y en reformas macroeconómicas como la regla fiscal que, más allá de la coyuntura actual, han logrado una estabilidad macro que resalta en el mundo (Gráfico 2).

Gráfico 2.

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Fuente: Foro Económico Mundial mediciones 2007-2008 y 2016-2017.

Sin embargo, Colombia no ha superado la quinta posición en América Latina y es claro que el país no ha tenido una evolución suficientemente satisfactoria en términos globales. A pesar de la existencia de diagnósticos y recomendaciones precisas sobre cómo avanzar en varias áreas de política pública –incluidas las recomendaciones del mismo Consejo Privado de Competitividad–, en muchos de los casos esto no se ha traducido en acciones contundentes, y por eso la visión definida en 2006 parece igual de distante que cuando fue planteada.

Cuando se analizan los factores que han impedido que Colombia esté mejor posicionada, sale a relucir una dramática realidad: el país ha visto deterioradas sus condiciones institucionales, la eficiencia del mercado de bienes y la capacidad de brindar una mejor salud y educación (Ver gráfico 2), todas estas condiciones esenciales para competir en un mundo globalizado.

En materia institucional, Colombia pasó de la posición 79 a la 112 en la última década, quedando a la altura de países como Nigeria o Pakistán. Factores como la corrupción, la falta de independencia judicial, la carga regulatoria, el crimen organizado y el terrorismo, explican este resultado.

En cuanto a la eficiencia de los mercados, el país pasó del puesto 64 al 90 en los últimos diez años. Esto es una consecuencia directa de factores como la estructura tributaria –en donde las altas tasas efectivas de tributación desincentivan la inversión–, y las barreras a la libre competencia.

Finalmente, en el pilar de salud y educación primaria, entre 2007 y 2016 Colombia pasó del puesto 64 al 90. El impacto de enfermedades como la tuberculosis y el VIH, la mortalidad infantil, y las bajas tasas de cobertura y calidad del sistema educativo son el principal cuello de botella.

Competitividad, una apuesta nacional

La principal lección que dejan los últimos diez años es que la competitividad debe ser una apuesta nacional. La falta de coordinación para hacer frente a los factores que limitan la capacidad de la economía podría generar un estancamiento en algunos de los logros sociales que se han alcanzado en estos años, algo que el país no puede permitir.

No obstante, el desempeño positivo de Colombia durante esta década en algunas áreas críticas evidencia que el país tiene la capacidad para avanzar. Todo esto cobra aún más relevancia en un contexto como el actual pues, tras lo que sería el fin de cinco décadas de conflicto, el país debe abrir la posibilidad a que las personas y territorios que han estado aislados por cuenta de la violencia, tengan acceso irrestricto a oportunidades de desarrollo que les permitan alcanzar una vida plena. Lograr esto tiene que ser un compromiso de todos.