Bancarización y asignación eficiente del ahorro

Informe Nacional de Competitividad 2010-2011

Bancarización y asignación eficiente del ahorro

El sector financiero se relaciona con la competitividad de un país por medio de múltiples mecanismos. Por un lado, un mayor acceso de la población a los servicios financieros implica más flexibilidad para los hogares en términos de gastos y ahorros a través del tiempo. De otro lado, el sistema financiero es una pieza clave para el desarrollo de nuevos emprendimientos o para impulsar el crecimiento de empresas.

Es evidente que en los últimos años el país ha logrado avances fundamentales en aumentar, no solo la cobertura de la banca, sino también la calidad y
variedad de los servicios financieros que se ofrece a la población. Según información de la Asobancaria, el país pasó de 12,8 millones de personas con al menos un producto financiero en julio de 2006, a 17,5 millones en diciembre de 2009.

En los últimos años la banca ha penetrado cientos de municipios de todo el país, en los cuales, hasta hace poco, la presencia del sistema financiero
era prácticamente inexistente. Uno de los mecanismos que ha permitido alcanzar este objetivo ha sido la expansión masiva de la figura de los corresponsales no bancarios. En octubre de 2009, existían en el país 5.577 corresponsales no bancarios abiertos por diez bancos, con una cobertura de 765 municipios. Estas cifras, sumadas a la cobertura de oficinas de los establecimientos de crédito, daban como resultado que el 94% de los municipios del país contaba, a la fecha, con algún tipo de presencia financiera.

Adicional a los corresponsales no bancarios, un mecanismo innovador que ha permitido reducir los costos e incrementar la calidad de los productos
financieros a la población ha sido la banca móvil. Considerando las cifras recientes de penetración de telefonía celular que en Colombia ya sobrepasan el 90%, es claro que la banca móvil ofrece una gran oportunidad para incrementar y facilitar el acceso de la población a los servicios financieros. Adicional al potencial de cubrimiento, por medio de la banca móvil también se reducen los costos fijos en la prestación de los servicios y los costos de transacción para su uso, lo cual permite una reducción en las tarifas de intermediación.

Si bien el uso de mecanismos electrónicos en Colombia como la banca móvil, aún se encuentra en una etapa inicial de desarrollo, los avances alcanzados en los últimos años en materia de variedad de servicios y entorno regulatorio son importantes. Con base en cifras de la Superintendencia Financiera, se encuentra que la participación de las operaciones realizadas por banca electrónica en el país pasó de 19% del total de operaciones en 2008, a 25% en el segundo semestre de 2009.

El uso de canales novedosos en el país, como los corresponsales no bancarios, ha sido esencial para ampliar el acceso de la población a los servicios
financieros. Otros canales, como los sistemas electrónicos de pagos que incluyen la banca móvil o la banca por internet, han sido más usados para otorgar ventajas en las transacciones a los clientes actuales que para incrementar este acceso. Por tanto, para consolidar este desarrollo será crítico, en primer lugar, consolidar el uso de estos instrumentos, especialmente en los municipios de menor tamaño, y en segundo lugar, promover su uso
no solo por parte de la población, sino también como parte del abanico de servicios de las entidades financieras.

Ahora, si bien es de gran importancia aumentar la cobertura de la banca, también es crítico que la población conozca los servicios que ésta ofrece, comprenda su alcance y aprenda a gestionarlos de manera prudente y adecuada. En este sentido, se encuentra que existe un gran desconocimiento por parte de la población sobre los servicios financieros que se ofrecen en el mercado. Los Gráficos 1 y 2 reflejan la necesidad de fortalecer las estrategias de comunicación sobre las bondades y sobre el buen uso de los servicios financieros, especialmente en los estratos más bajos.

 

 

En términos generales, se encuentra que en los estratos más bajos el dinero ahorrado no se guarda en los bancos, y que en el momento de buscar un préstamo se desconoce la diferencia, en términos de tasas, entre lo que ofrecen las entidades financieras y lo que ofrecen los prestamistas no tradicionales, como amigos o familiares, casas de empeño o prestamistas gota a gota. Esta situación se debe también a la desconfianza que genera entre la población de bajos recursos el sistema bancario, tal vez por la escasez o baja calidad de la información que ellos reciben cuando son, o han sido, usuarios del sistema financiero formal.