Seguridad social

Informe Nacional de Competitividad 2011-2012

Seguridad social

El sistema de seguridad social y la competitividad de un país están estrechamente relacionados. La competitividad incide en la seguridad social en la medida en que, si mejoran las condiciones económicas de un país, se ven beneficiados su sistema de salud y los mecanismos de protección para la vejez de sus habitantes. Bien sea el Estado el encargado de proveer los servicios de seguridad social, financiándose a partir de impuestos y tasas, o los propios individuos los responsables de velar por su salud y vejez, a través del ahorro, el crecimiento económico de un país es crítico para el éxito de su sistema de seguridad social.

 

Aunque el gasto en salud como porcentaje del PIB se ha reducido en los últimos años, pasando de 9,6% del PIB en 1997, a 6,4% del PIB en 2009, el gasto público como porcentaje del gasto total en salud ha registrado una tendencia creciente, alcanzando en 2009 niveles del 84,2% (Gráfico 1).

 

 

Este fenómeno es producto de diferentes reformas realizadas al Sistema de Salud durante las últimas décadas. El principal cambio se introdujo en 1993 mediante la Ley 100, cuando se estableció el Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS), el cual tuvo dos grandes objetivos: regular el servicio público esencial de salud y crear las condiciones de acceso al servicio a toda la población en todos los niveles de atención.

La Ley 100 ha permitido un aumento sustancial en la cobertura de aseguramiento al SGSSS. Mientras en 1996 la cobertura alcanzaba 51,8%, en 2010, 88% de la población tenía acceso al Sistema (Gráfico 2). Esto, sin lugar a dudas, ha derivado en una mejor calidad de vida de los colombianos. 25 Sin embargo, en la medida en que las metas de crecimiento económico y, por consiguiente, de empleo y formalización estimadas inicialmente no se han logrado, no se ha podido alcanzar la cobertura universal.

 

 

Varios estudios han encontrado una relación entre la implementación de la Ley 100 y sus reformas y el acceso a determinados servicios de salud. No obstante, existen serias dudas y críticas a la calidad de la atención prestada.

De acuerdo a evidencia empírica, se observan impactos positivos como negativos en términos de prestación de servicios de salud. Por ejemplo, se observa un mayor uso de los servicios pre y postnatales.27 Así mismo, en materia de prevención de enfermedades en los niños se han logrado avances. Mientras en 1991 el porcentaje de niños vacunados contra el sarampión y la difteria era de 78% y 84%, respectivamente, en 2009 más de 92% de los niños fueron vacunados contra estas dos enfermedades.

Sin embargo, variables sobre las que se esperaba un efecto directo y rápido, como la valoración subjetiva de salud y el número de citas preventivas, no han tenido un impacto importante. Así mismo, Colombia sigue mostrando rezagos sustanciales en materia de salud pública que evidencian que existe todavía mucho espacio por mejorar. En particular, los cambios en el SGSSS no se han traducido en una mayor prevención y promoción de la salud.

En mortalidad infantil, por ejemplo, el impacto de los cambios en el SGSSS no es contundente. A pesar de que la tasa ha bajado anualmente en promedio 3,7%, en los últimos 15 años (Gráfico 3B), buena parte de esta reducción es producto de la mejoría en la infraestructura y servicios básicos del país durante los últimos cincuenta años, y de los progresos en la cobertura educativa. Por lo tanto, no puede ser atribuible a los cambios en el SGSSS. Más aún, el país sigue presentando unas tasas de mortalidad infantil de 18,9 por cada mil nacimientos, lo cual lo sitúa muy por detrás de países como Chile y Malasia que alcanzaron a reducir sus tasas a un dígito en el mismo periodo (Gráfico 3A).

 

 

En cuanto a la prevención de enfermedades en la población adulta, si bien Colombia ha logrado hacer avances, por ejemplo en materia de tuberculosis –entre 1993 y 2009 el país logró reducir su incidencia en 2,3% en promedio anual–, todavía se encuentra rezagada frente a países como Chile que ha logrado reducir esta enfermedad a una tasa de menos de 7% anual durante este mismo periodo (Gráfico 4).