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La competitividad no es responsabilidad exclusiva del sector público

En julio de 2012 el Presidente Santos le presentó al país la nueva Agenda Nacional de Competitividad, la cual contiene acciones que comprenden soluciones a temas transversales a todos los sectores de la economía como soluciones a temas verticales de sectores específicos. Si bien esta agenda se quedó corta en algunos aspectos, como es el caso de convertir al sector de transporte carga en un sector que preste servicios de talla mundial, contiene elementos bastante relevantes que permitirían resolver restricciones en diferentes sectores. Por ejemplo, contiene acciones que ya se han llevado a cabo como la reforma tributaria aprobada en diciembre del año pasado, la cual se puede decir que ha sido una de las reformas más estructurales que haya realizado gobierno alguno en los últimos años y con certeza tendrá un impacto positivo sobre la competitividad del país.

Sin embargo, si verdaderamente el país quiere alcanzar la meta que se ha planteado para el año 2032 de ser uno de los tres países más competitivos de América Latina, con base en unas exportaciones de bienes y servicios de alto valor agregado e innovación, debe además de implementar esta Agenda, darle solución a más cuellos de botella que son transversales a todos los sectores. Adicionalmente, es necesaria la implementación de una Política de Cambio Estructural[1] o de Transformación Productiva que implique un esfuerzo público-privado para fomentar la diversificación del aparato productivo.

Por consiguiente, la competitividad no depende sólo de las acciones que se puedan realizar desde la esfera pública sino también del rol que juega el sector privado. Se requiere que este realice mayores esfuerzos para mejorar su productividad a partir de buenas prácticas en determinadas áreas tanto al interior de las empresas como más allá de las mismas. En este sentido, el Consejo Privado de Competitividad inició desde el año pasado la divulgación de diferentes casos de éxito empresarial a través del foro “Empresas productivas, país competitivo”, el cual ya ha sido llevado a distintas regiones. El objetivo de este foro es concientizar al sector privado que la competitividad no sólo depende de las acciones que lleve a cabo el sector público –bien sea desde el nivel nacional, regional y/o local– sino que también depende de ellos y de sus esfuerzos para mejorar su productividad. Es así como en este Foro se presentan casos de éxito de distintas empresas que han conllevado a incrementos en su productividad como más allá de las mismas.

Las mejoras en la productividad al interior de las empresas conllevan esfuerzos desde diferentes áreas. Por ejemplo, casos como el desarrollo de softwares especiales pueden conllevar a reducciones significativas en los costos logísticos de una empresa. También las innovaciones en procesos y/o productos terminan generando impactos positivos sobre la productividad de una empresa. Igualmente, la implementación de modelos de gestión o de mecanismos que hayan permitido fortalecer el capital humano de las empresas o la implementación de manejos financieros como cobertura de riesgos en tasa de cambio, entre otros, son acciones que impactan directamente en la productividad de una empresa.

Pero los impactos en la productividad no sólo pueden beneficiar a una empresa sino que pueden generar un impacto positivo dentro de su propio ecosistema. Por ejemplo, la creación de Valor Compartido puede generar mejoras a lo largo de una cadena productiva. Así mismo, la cooperación en I+D o las mismas alianzas universidad-empresa-Estado, entre otros, puede conllevar externalidades positivas más allá de la misma empresa. Las iniciativas cluster también pueden tener un efecto positivo sobre la productividad de un grupo de empresas.

Por lo tanto, si se quiere alcanzar la meta propuesta para el año 2032, es necesario que el país duplique sus esfuerzos para mejorar su desempeño. Para esto es fundamental darle prioridad a la solución de cuellos de botella, muchos ya identificados en la ANC así como en el último Informe Nacional de Competitividad 2012-2013. Sin embargo, la tarea de mejorar competitividad en el país no es responsabilidad exclusiva de los gobiernos –nacional, regional y local– sino que depende del sector privado y de sus incrementos en productividad.

 


[1] Es a través de un constante proceso de Cambio Estructural, que los países pueden elevar sus niveles de competitividad. Este cambio estructural se da a través de, por un lado, el surgimiento de nuevos sectores o diversificación productiva, y por otro, de la movilización de los factores producción de sectores de baja productividad a sectores de mayor productividad.

Ana Fernanda Maiguashca

Presidente

Ana Fernanda Maiguashca es economista de la Universidad de los Andes, y MBA de la Universidad de Columbia. Fue codirectora del Banco de la República entre 2013 y 2021, y previamente se desempeñó como Viceministra Técnica del Ministerio de Hacienda. Ha recorrido diversos cargos relacionados con el mercado financiero colombiano. Fue Directora de Regulación Financiera, Superintendente Delegado Adjunto de Riesgos de la Superintendencia Financiera y pasó la primera parte de su carrera en el Banco de la República, en varias calidades, relacionadas con el desarrollo del mercado local de capitales y la regulación cambiaria. Es también miembro de varias juntas directivas.