El desarrollo productivo de un país depende, en gran parte, del capital humano con el que cuente. La posibilidad de disponer de trabajadores y emprendedores altamente calificados, en cantidad suficiente y con competencias relevantes a la vocación productiva local es, posiblemente, uno de los factores que más diferencia a los países más desarrollados del resto. De la misma manera, su ausencia representa uno de los principales obstáculos para la sofisticación y diversificación de una economía.
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