Columna publicada en El Tiempo
La victoria del No en el plebiscito llevó a reiniciar el diálogo hacia un nuevo acuerdo de paz. En este nuevo escenario, Colombia sigue contando con recursos suficientes para aprovechar el momento y avanzar en las reformas necesarias. La economía se ha desacelerado, como en casi todos los países de Latinoamérica, pero sigue creciendo por encima del promedio regional, y las proyecciones apuntan a que pronto se recuperarán tasas de crecimiento del 3 por ciento, hacia el 4 por ciento.
De igual forma, el progreso en el acceso del país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) es un estímulo para continuar trabajando en las reformas que conviertan estas proyecciones en realidad.
El maratón hacia la Ocde, como destacó durante su reciente visita el secretario general, Ángel Gurria, está proveyendo a los gestores de políticas públicas, al sector empresarial y a la sociedad de más información que nunca, gracias a estadísticas comparables de empleo, educación, impuestos, o salud, así como acceso a buenas prácticas y foros de diálogo con colegas de otros 35 países.
Diálogo, información confiable y transparencia son esenciales. Y el esfuerzo de seguir en camino hacia la paz no solo supone una responsabilidad para todos, sino también una oportunidad para pensar y aprobar las reformas necesarias (así como evitar retrocesos).
El saber aprovechar este aire económico depende de la capacidad de aceptar el resultado del plebiscito y convertirlo en una agenda de desarrollo. Colombia puede aspirar a dar el salto hacia una economía de alto ingreso. “Debería ser más rica de lo que es”, dijo el nobel Angus Deaton en su visita al país. La salida de la trampa del ingreso medio compartida por la mayoría de países de Latinoamérica exige políticas de segunda (¿o son ya de cuarta?) generación que impulsen la productividad, sobre la base de una estructura productiva diversificada y sectores de mayor valor añadido.
Hoy, un trabajador de Colombia es unas cinco veces menos productivo que uno de Estados Unidos, una diferencia que ha aumentado por décadas.
Y al mismo tiempo debe seguir reduciendo la pobreza y robusteciendo su emergente clase media. Un factor esencial, clave igualmente para reactivar la productividad, es reducir la informalidad. Seis de cada diez trabajadores colombianos, también de clase media, son informales. Ello los convierte en vulnerables si pierden el empleo, si enferman o se jubilan.
Además, falta
Entre las reformas pendientes para lograr el salto de ingreso con cohesión social se destacan los avances necesarios en los ámbitos tributario, pensional y laboral. Colombia se beneficiaría de un sistema tributario menos complejo, que recaude lo suficiente y sea eficiente, equitativo y progresivo, como lo recomienda la Comisión de Expertos Tributarios.
La sostenibilidad fiscal es esencial para avanzar hacia la meta de convertir a Colombia en un país más próspero. Lo es asimismo lograr pensiones de un nivel adecuado para más colombianos.
Íntimamente relacionada, la lucha contra la informalidad sugiere incluir incentivos a la formalización, profundizando en aligerar las cargas sobre el empleo formal.
Colombia es uno de los 4 países que más gravan el empleo formal en Latinoamérica. Además se debe acompañar de avances en competencias y habilidades de trabajadores e innovadoras políticas de desarrollo productivo.
Este es el momento de actuar, con independencia de la velocidad del avance en el tema de la paz. Sin duda, la tarea es desafiante, pero estas reformas, con el apoyo del proceso de acceso a la Ocde, podrían abordarse buscando el consenso y para el beneficio de todos los colombianos.