El Gran Acuerdo Nacional por el futuro de Colombia no implica poner fin a todas las diferencias que existen sobre distintos temas.
El principal reto que tiene Colombia de cara a los próximos años será incrementar su productividad. Con mayores niveles de productividad, la economía puede lograr tasas de crecimiento más altas y, por esta vía, resolver diversas problemáticas sociales y reducir la desigualdad. Al final, más productividad significa más bienestar para todos los colombianos.
Sin embargo, concretar una agenda específica alrededor de lo que necesita hacer Colombia para aumentar su productividad no es una tarea sencilla. Buena parte de los colombianos, especialmente su clase política, llevan varios años distanciándose por diferencias en su forma de concebir el desarrollo del país y, tras las elecciones presidenciales, no es exagerado afirmar que hoy hay más divisiones que nunca.
Superar este ambiente de división y desconfianza es fundamental para poder avanzar conjuntamente en la construcción de una Colombia que sea mejor para todos. Es con este ánimo que desde hace unas semanas se viene promoviendo por distintos actores de la sociedad un Gran Acuerdo Nacional por el futuro de Colombia. Este Gran Acuerdo se compone de una serie de pactos nacionales, basados en los temas donde el país tiene mayores oportunidades para mejorar y que son fundamentales para aumentar la productividad. Aspectos como crecimiento económico, educación, salud, justicia, lucha contra la corrupción y fortalecimiento del tejido social, entre otros, son abarcados por estos pactos.
Lo más valioso de este ejercicio es que alrededor del Gran Acuerdo están confluyendo personas de varias orillas ideológicas y políticas, muchas de las cuales vienen de aportar a las distintas campañas presidenciales, que se caracterizan por ser líderes y conocedores de los problemas más acuciantes en los temas que se discuten.
De igual forma, con el ánimo de construir sobre lo construido y no perder un tiempo valioso volviendo a empezar, los distintos grupos identificaron todos aquellos temas en los cuales se viene trabajando con éxito y sobre los cuales vale la pena profundizar.
Al final, el objetivo es llegar a una priorización de acciones con las que todos los participantes están de acuerdo y que sirva de insumo para el nuevo gobierno. Algunas de las propuestas deberían transformarse en reformas, en tanto que otras podrían implementarse rápidamente para impulsar el crecimiento de la economía.
Esta iniciativa se le presentó al presidente electo, Iván Duque, quien manifestó estar de acuerdo con que, desde la sociedad civil, se impulse un acuerdo mínimo para incrementar el bienestar de toda la sociedad, y pidió involucrar a su equipo de empalme para que conozca las propuestas que surgieron de los distintos pactos. De hecho, el presidente electo ha anunciado públicamente que el mismo día de su posesión, el 7 de agosto, presentará al Congreso todas aquellas reformas pendientes, y que de sacarse adelante le permitirían al país avanzar rápidamente en su agenda de desarrollo.
Colombia está, así, ante la posibilidad histórica de abrir un espacio en el cual todos sus ciudadanos puedan sentirse cómodos de participar y zanjar viejas disputas que, en muchos casos, han impedido que se implementen las soluciones que el país necesita. El Gran Acuerdo Nacional por el futuro de Colombia no implica poner fin a todas las diferencias que existen sobre distintos temas, pero sí es una oportunidad para que el país comprenda que, pese a ellas, tiene un destino común y que vale la pena construir conjuntamente para que todos tengan un mayor bienestar.