En el año 2006 el Sistema Nacional de Competitividad se fijó como meta convertir a Colombia en 2032 en el tercer país más competitivo de América Latina, a través de una economía exportadora de bienes y servicios de alto valor agregado e innovación. Sin embargo, el panorama no es el más alentador para la consecución de dicha visión, en particular con respecto al nivel de las exportaciones y a su grado de diversificación y sofisticación.
Luego de más de dos décadas de haber iniciado el proceso de inserción internacional y a pesar del incremento en el número de TLCs, la economía colombiana continúa siendo una de las más cerradas. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, en prevalencia de barreras no arancelarias, el país ocupó el puesto 119 entre 144. Esta situación es similar en otras mediciones como las del IMD, en las cuales el país ocupó el puesto 57 entre 61 economías en materia de apertura comercial. A estos indicadores se les suma el alto grado de protección que aún persiste para ciertos sectores, el cual genera protecciones efectivas negativas en otros.
Contrario a avanzar hacia una mayor diversificación, la oferta exportadora está cada vez más concentrada en un grupo limitado de productos. Mientras en el año 2000 los primeros 5 productos de exportación representaban 51,8% de las exportaciones, en 2014 este porcentaje pasó a 69,3%. Más aún, la capacidad del país para exportar nuevos bienes y servicios ha venido decayendo, el número de subpartidas nuevas exportadas en los últimos 10 años se ha reducido notoriamente pasando de 70 productos adicionales en el año 2000 a sólo 9 en 2013.
En materia de sofisticación de exportaciones, el panorama tampoco es alentador. Las exportaciones en su gran mayoría están concentradas en productos primarios basados en recursos naturales. Mientras en 2001 estos productos representaron 61,4% de las exportaciones, en 2013 pasaron a 83,3%.
Por lo tanto, es claro que se debe eliminar la sobreprotección y las protecciones efectivas negativas existentes. Adicionalmente, es necesario implementar estrategias que permitan que el país se articule con las cadenas globales de valor, las cuales brindan oportunidades para diversificar destinos de exportación y abren puertas a nuevos conocimientos y tecnologías. Se requiere también continuar profundizando la agenda para la admisibilidad de la oferta exportable y fortalecer la promoción de exportaciones.
Aunque la capacidad de sofisticar y diversificar las exportaciones depende en buena medida de la implementación de una política de desarrollo productivo profunda, desde la política comercial se podría contribuir con el diseño e implementación de un instrumento para abordar los problemas de externalidad de información asociados al “autodescubrimiento” de nuevas exportaciones.
En síntesis, son muchos los esfuerzos que se deben realizar para lograr que la política comercial contribuya a mejorar la competitividad del país y de esta manera lograr una mayor inserción de exportaciones colombianas con alto valor agregado en los mercados internacionales.