El despegue económico en el país toma fuerza

La estrategia de reactivación productiva del país, explicada por el presidente Iván Duque.

Cuando llegamos a la Casa de Nariño, encontramos una situación fiscal muy difícil y unas menores expectativas de crecimiento económico en el mediano y largo plazo, reforzadas por el bajo ritmo de actividad económica que se evidenciaba en ese momento.

Estas situaciones volvieron a poner a Colombia en la mira de las agencias calificadoras de riesgo, hasta el punto de que S&P redujo la calificación crediticia del país a finales de 2017 y Moody’s cambió la perspectiva de la calificación de estable a negativa a comienzos de 2018, aunque esos riesgos parecían haberse disipado luego de la aprobación de la reforma tributaria a finales de 2016.

Ante esta perspectiva, hicimos una ardua labor de presentar con claridad el plan económico para los próximos cuatro años a los empresarios, a los inversionistas locales e internacionales e, incluso, a las mismas calificadoras de riesgo, lo cual tuvo una excelente acogida. Esto fue fundamental para que muy rápidamente diéramos la tranquilidad de que esta administración tiene una estrategia de reactivación económica estructural bien definida, basada en el impulso a la empresa privada, el apoyo al libre mercado y a la innovación, la austeridad fiscal, la formalización y el firme compromiso de buscar la equidad, como objetivo central. Uno de los resultados fue que dos de las principales agencias calificadoras ratificaron la calificación crediticia del país a finales del año pasado.

Estos fueron los primeros pasos que consideramos necesarios para mejorar la confianza y acelerar la recuperación de la economía colombiana, la cual se venía evidenciando con timidez. Y acertamos. En efecto, el crecimiento de la economía se aceleró significativamente de 1,4 por ciento en 2017 a 2,7 por ciento en 2018. Además, luego de crecer a un promedio de 2,3 por ciento en los cuatro trimestres previos, la economía creció 2,8 por ciento en el último trimestre del año pasado, la segunda cifra más alta en 3 años. La demanda interna fue la gran protagonista al crecer 4,5 por ciento en igual periodo, la cifra más alta en 4 años.

En particular, las cifras mostraron un fuerte repunte de la inversión, la cual depende en gran parte de la confianza de los empresarios, con un crecimiento de 6,7 por ciento en el cuarto trimestre, la mayor tasa en más de 4 años. Este comportamiento estuvo parcialmente apoyado por la dinámica de las importaciones de bienes de capital e intermedios, que están íntimamente ligados al comportamiento de la inversión diferente a la construcción y crecieron a su mayor ritmo en casi 7 años. Por su parte, el índice de la encuesta de expectativas de inversión del Banco de la República había alcanzado su nivel más alto en 3 años, mientras que otros indicadores de confianza empresarial también habían mejorado sustancialmente.

La inversión en construcción también repuntó a su nivel más alto en dos años, al crecer 4,2 por ciento en el cuarto trimestre, principalmente impulsada por el componente de obras civiles, que mostró su primer crecimiento positivo en ese año.

Las medidas que hemos adoptado para destrabar la construcción de los proyectos de 4G, lideradas por el Ministerio de Transporte, y otro tipo de obras de infraestructura están dando sus primeros resultados positivos. En efecto, la construcción de carreteras, que es el componente de mayor peso dentro de obras civiles, mostró su crecimiento más elevado desde comienzos de 2017, luego de seis trimestres consecutivos de contraerse y de un crecimiento prácticamente nulo en el tercer trimestre de 2018.

La inversión en construcción de vivienda creció 2 por ciento en el cuarto trimestre, el segundo trimestre con valor positivo después de un año de contracciones. Lo anterior sugiere que el ajuste en el exceso de oferta de los años previos podría haber llegado o está llegando a su fin. A esto hay que sumarle el nuevo impulso proveniente de los programas de vivienda que hemos lanzado en los últimos 6 meses. Frente a esto, vale la pena destacar que el área iniciada de edificaciones residenciales registró el crecimiento más alto en 3 años y el primero positivo en 7 trimestres, lo que indica una tendencia positiva para la construcción de vivienda en los próximos trimestres.

Por su parte, el consumo de los hogares, que representa dos terceras partes del PIB, también se aceleró al crecer 3,5 por ciento en el cuarto trimestre, una de sus mayores tasas en más de 3 años, según se venía corroborando con los datos de ventas minoristas, ventas de vehículos e importaciones de bienes de consumo, cuyos ritmos de expansión también fueron los más elevados en los últimos 4 años.

Estas cifras nos llenan de optimismo frente al crecimiento de 3,6 por ciento del PIB que esperamos para 2019. Siempre fuimos conscientes de que la confianza que comenzó a generar nuestro plan de reactivación económica requería de acciones concretas e inmediatas que le dieran sustento y comenzaran a dar mayores frutos a partir de este año. Aquí es donde nuestra Ley de Financiamiento, que fue aprobada en diciembre, juega un papel fundamental.

Dicha ley no solo constituye un paso importante para mejorar las perspectivas fiscales del país, sino que también incluye varias medidas que estimulan el emprendimiento, la inversión, la productividad y la formalización (tanto laboral como empresarial), a través de la significativa disminución de la carga tributaria de las empresas, la simplificación del régimen impositivo para micro, pequeñas y medianas empresas, y el estímulo tributario a la agroindustria, la economía naranja, el sector de hotelería y turismo y las megainversiones.

Con lo anterior, esperamos un impulso aún mayor al crecimiento del PIB, no solo en 2019 sino también en el mediano y largo plazo. Es decir, anticipamos que uno de los efectos será elevar el crecimiento potencial de la economía de niveles actuales estimados de 3,5 por ciento a niveles superiores al 4 por ciento. La Ley de Financiamiento también apunta a un régimen de tributación personal más progresivo e incorpora una serie de medidas de fortalecimiento de la Dian, además de luchar contra la evasión, lo cual también contribuirá a incrementar los niveles de recaudo impositivo en los próximos años.

A lo anterior hay que sumarle otras de nuestras iniciativas en cuanto a la eficiencia en el gasto y la inversión pública que incorporamos en el Plan Nacional de Desarrollo, la reducción de trámites que estamos llevando a cabo con el programa ‘Estado simple, Colombia ágil’; los avances que hemos hecho para destrabar los grandes proyectos de infraestructura; el haber logrado un importante aumento de recursos de regalías disponibles para inversión regional en el bienio 2019-2020 (22,4 billones de pesos frente a 14,5 billones en el bienio anterior); el notable aumento del salario mínimo en 2019 (el más alto en términos reales en 25 años), o el programa Reactiva Colombia, que lanzamos a través de Findeter por 1,35 billones de pesos, entre otros.

Aunque solo llevamos dos meses de 2019, el resultado de la reciente emisión de bonos externos que hicimos a finales de enero fue una de las primeras pruebas reales de la percepción de los inversionistas sobre nuestra Ley de Financiamiento. Los 2.000 millones de dólares que colocamos se emitieron a tasas de interés muy favorables y con ofertas que alcanzaron los 12,6 mil millones, la histórica cifra más alta, además de que reabrimos el mercado de deuda soberana de países emergentes a 30 años.

Esto fue una muestra inequívoca de la confianza de los inversionistas sobre las perspectivas de la economía colombiana. Continuaremos implementando esta agenda de reactivación económica. Seguiremos avanzando.

IVÁN DUQUE MÁRQUEZ
PRESIDENTE DE COLOMBIA