Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo y el sexto con las mayores reservas de agua, lo que, sin duda, representa una inmensa riqueza. Sin embargo, es una riqueza que, si no se utiliza de manera adecuada, puede agotarse y poner en riesgo el crecimiento económico y social del país.
Esta es la razón detrás de la Misión de Crecimiento Verde que acaba de lanzar el Departamento Nacional de Planeación, con la cual se busca construir las bases para una política de largo plazo que genere crecimiento económico y mejore el bienestar humano, al tiempo que mantenga los bienes y servicios que provee el medioambiente.
Y, en buena hora llega esta Misión. De acuerdo con los indicadores de eficiencia y uso sostenible de recursos naturales que arrojan los primeros estudios, el país está lejos de alcanzar el potencial que tiene en recursos naturales para agricultura, biotecnología, turismo, energías renovables y otros sectores asociados al crecimiento verde.
Colombia produce seis veces menos ingresos por metro cúbico de agua que los países de la Ocde. En productividad de la tierra, produjo en el 2014 tres veces menos que el promedio de los países de la Ocde. Adicionalmente, el país pierde sus recursos naturales como bosques y recursos minerales a tasas rápidas: cerca de 124.000 hectáreas de bosque cada año, mientras que los Estados de la Ocde han recuperado en el neto cobertura forestal desde el 2000.
Mejorar estos indicadores implica un reto enorme y exige la participación activa y decidida del sector empresarial, así como del gobierno. Por parte de las empresas, incrementando la productividad y generando alto valor agregado, y por el lado del Gobierno, generando las condiciones que faciliten el tránsito del país hacia un modelo de crecimiento verde. Aquí la regulación juega un papel determinante.
Para lograrlo, las empresas deben fortalecer sus prácticas gerenciales, así como la capacidad para adoptar tecnología e innovar, dos áreas en las cuales hay grandes rezagos. De acuerdo con el World Management Survey de 2014, Colombia está por debajo de Argentina, México, Brasil, Chile y Nicaragua, y supera solo a algunos países africanos de menores ingresos. Peor aún, según la misma encuesta, los gerentes de pymes en Colombia creen, erradamente, que siguen mejores prácticas gerenciales de las que realmente tienen. En cuanto a innovación, 77% de las empresas manufactureras no realiza ninguna actividad de innovación, y 95% de las nuevas compañías está utilizando tecnologías mayores a cinco años.
El uso eficiente de los recursos naturales no solo mejora la productividad de las empresas y la generación de utilidades, sino que se está convirtiendo en un factor esencial a la hora de conseguir recursos de financiamiento. De hecho, el número de inversionistas que considera criterios ambientales, sociales o de gobernanza corporativa para toma de decisiones (ESG, por su sigla en inglés) creció 69% en los dos últimos años.
El crecimiento verde además está generando un sinnúmero de nuevos negocios. En Estados Unidos, las emisiones de bonos verdes pasaron de un valor de US$9 mil millones en el 2013 a US$72 mil millones a finales del 2016. Por su parte, las inversiones sostenibles, responsables y de impacto a nivel global llegaron a casi US$9 billones en el 2016 (la mitad del valor de la economía de EE. UU.), un crecimiento de 33% respecto al 2014.
De esta forma, en la medida en que las empresas mejoren su eficiencia y sostenibilidad a través de mejor capacitación de los trabajadores y gerentes, y de un cambio en su estrategia competitiva centrada en crecimiento verde, se podrá preservar el capital natural, aprovechar las nuevas oportunidades de negocio y el potencial del país.
*Columna publicada en Portafolio