El sector agropecuario ofrece algunos indicadores positivos que apuntan hacia su potencial como fuente de crecimiento y de bienestar, siempre y cuando dispusiera de un contexto adecuado de políticas públicas. En una coyuntura de ralentización de la actividad económica, la agricultura se destaca como uno de los sectores líderes. En lo que respecta al comportamiento del mercado laboral, el nivel de desempleo nacional supera con creces el nivel de desempleo rural. En algunas regiones del país se observan fenómenos de escasez de mano de obra. Además de la trayectoria favorable de actividades tradicionales como la caficultura y los cultivos de flores y bananos, empiezan a surgir renglones nuevos, tales como la exportación de piñas, aguacates y cacao. La avicultura y la porcicultura han tenido incrementos de producción significativos, gracias al acceso a materias primas importadas al amparo de los acuerdos de libre comercio vigentes. Formas imaginativas de asociación están demostrando la posibilidad de acometer proyectos agrícolas de gran escala, en los cuales participan unidades productivas de diferentes tamaños.