Hay que pasar del diseño a la acción. Es hora de reforzar y garantizar las capacidades de asignar y monitorear el presupuesto de inversión.
l país está embarcado en un proceso de transición al desarrollo sostenible, en el cual se abren nuevos desafíos y oportunidades para mayor bienestar de los colombianos. Si bien Colombia ha tenido un crecimiento sostenido desde inicios del siglo XXI, que se ha traducido en reducción de la pobreza, algunos retos persisten y otros aparecen. La pobreza extrema en algunas regiones y la alta desigualdad de ingreso continúan presentes.
Por otro lado, aunque la clase media ha aumentado, existe una clase media ‘vulnerable’, que representa cerca del 40% de la población, caracterizada por tener empleos informales. El sistema productivo requiere una transformación robusta para potenciar la competitividad –la productividad laboral representa menos del 35% del promedio de la Ocde– y generar empleos decentes. El crecimiento de la clase media exige mejores servicios públicos y mayor institucionalidad, afectando la moral tributaria –solo el 40% de la población declara que la evasión fiscal nunca es justificable–. A estos retos domésticos se suman otros globales: la cuarta revolución industrial, el futuro del trabajo o el cambio climático.
Para afrontar estos desafíos y aprovechar las oportunidades que aparecen, tanto a nivel doméstico como en el entorno global, es fundamental contar con una estrategia de desarrollo sólida y consensuada. Mejorar la efectividad de las políticas sectoriales tradicionales es necesario, ¿pero es suficiente? Colombia no puede atender todos los retos a l vez y, por lo tanto, necesita una herramienta, un plan para definir sus prioridades y la secuencia de políticas. Además, los retos existentes tienen una naturaleza multidimensional, que deben ser atendidos con un plan. Por último, las prioridades estratégicas requieren respuestas estructurales, que no estén sujetas a tendencias políticas o a preferencias individuales. Las bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 recogen esta ambiciosa agenda, y sitúan a Colombia en la fase de afrontar nuevos retos y aprovechar las oportunidades que se abren.
La próxima tarea es pasar del diseño a la acción. Es hora de reforzar y garantizar las capacidades de asignar y monitorear el presupuesto de inversión. Sin que pretendamos tener una solución definitiva, hay varias consideraciones que deben hacerse. Primero, el aprendizaje adquirido a través de la experiencia en la ejecución y monitoreo del presupuesto de inversión es un activo crucial para facilitar la asignación eficiente de los recursos de inversión y promover su efectividad, gracias a una retroalimentación que se refuerza permanentemente.
Segundo, la capacidad de coordinar a actores nacionales y locales es fundamental para desarrollar y promover una visión integral del Estado. Esto ayuda a reconocer la contribución de las diferentes voces en un contexto donde ningún actor individual es suficiente para identificar los motores del desarrollo.
Tercero, una práctica establecida de toma de decisiones, basada en evidencia, ayuda a difundir el mensaje hacia un gasto más efectivo en toda la administración pública.
Consideramos que la institución que mejor puede cumplir con estos requisitos es el Departamento Nacional de Planeación. Esto no quiere decir que no existan áreas en las que se requieren mejoras. Por ejemplo, se debe garantizar una mejor coordinación entre gasto corriente y de capital, aprovechando las TIC. Además, es oportuno integrar, modernizar y robustecer los sistemas de información y promover la interoperabilidad de los diferentes sistemas institucionales.
Mario Pezzini
Escrito con Sebastián Nieto, ambos del Centro de Desarrollo de la Ocde.