Germán Cardona regresa al Ministerio de Transporte con la tarea central de consolidar el programa de concesiones viales de cuarta generación (4G), cuyas bases diseñó al comienzo de la era Santos, cuando también fue ministro de esa cartera.
La infraestructura vial ha sido una de las grandes apuestas del actual Gobierno, y al cierre del 2016 el país ya había logrado una red de casi dos mil kilómetros de dobles calzadas, el doble que la que había en el 2006. No obstante, el programa de 4G –que incluye tres olas de proyectos– es mucho más ambicioso, en la medida en que pretende construir, en la próxima década, un sistema de autopistas que ponga a Colombia al nivel de los competidores en la región. La inversión prevista para el mismo es de entre 15 mil y 20 mil millones de dólares –equivalente a más de tres veces la ampliación del Canal de Panamá–.
Por la magnitud de la inversión, el gran desafío ha sido la financiación de los proyectos, en los que la banca nacional, internacional y los fondos de deuda han sido centrales para lograr que ocho de los proyectos de la primera ola cuenten con compromisos de desembolso para su ejecución. Sin embargo, problemas no previsibles, como el escándalo de Odebrecht con la Ruta del Sol, han creado gran incertidumbre en la banca, afectando el ritmo de los desembolsos y atrasando el desarrollo de la primera ola. A la vez, los proyectos de las otras dos olas se encuentran todavía en búsqueda de su cierre financiero.
Así, a menos de un año de finalizar este periodo de gobierno, el legado del presidente Santos en infraestructura y logística dependen, críticamente, de que los proyectos de las 4G logren superar los problemas inmediatos de la fase de financiación y estos se pongan en marcha. Primero, se debe resolver la liquidación del contrato de la Ruta del Sol II y garantizar los pagos a los terceros de buena fe, que pueden ascender a 2,5 billones de pesos, hecho central para retomar la confianza de la banca. Segundo, se debe dar claridad normativa tanto a los financiadores como a los concesionarios, con una ley que establezca los protocolos a seguir en casos de nulidad anticipada de un contrato. Todo esto es esencial para desenredar la primera ola, y conseguir la financiación de las siguientes dos, en las que deben entrar nuevas fuentes de recursos para no sobrecargar al sistema bancario nacional.
Pero, aquí no para la tarea. Adicionalmente, se necesita una serie de acciones complementarias que garanticen que el programa de 4G alcance el máximo potencial y transforme la competitividad del país. Esto incluye planear una política de transporte multimodal –que incluya los modos férreo y fluvial– para complementar a las autopistas y los aeropuertos, y reducir los costos de transporte. También, exige incrementar la eficiencia de los servicios de transporte de carga. Para esto es esencial que el Ministerio de Transporte adelante la transición del esquema de ‘libertad vigilada’ a uno en el que los fletes realmente se determinen en un mercado libre, y que se cumpla el compromiso de terminar el congelamiento del parque automotor en diciembre del 2018, que ha llevado a que Colombia tenga la segunda flota más envejecida de América Latina, después de Nicaragua.
Sin duda, es un reto enorme, pero el ministro Cardona cuenta con experiencia suficiente, equipos especializados, entidades técnicas como la ANI, y el apoyo del sector empresarial para llevar a cabo la tarea.
*Columna publicada en Portafolio