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Índice Departamental de Competitividad. Analice el comportamiento de la competitividad del país a nivel departamental.

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Entrevista a: Ana Fernanda Maiguashca, presidenta del Consejo Privado de Competitividad

El Observatorio tuvo la oportunidad de conversar con Ana Fernanda Maiguashca sobre competitividad, las regiones y la recuperación económica de los PDET y su visión del territorio. Maiguashca es economista de la Universidad de los Andes y tiene un MBA en Finanzas de Columbia Business School. Fue miembro de la Junta Directiva del Banco de la República desde febrero de 2013 hasta febrero de 2021, actualmente presidenta del Consejo Privado de Competitividad.

Desde el Consejo Privado de Competitividad ¿cómo se aproximan a las regiones del País? Teniendo en cuenta el Índice de Competitividad Departamental (ICD)

Una particularidad de Colombia es que nosotros tenemos una población que tiene dos características: 1. es mayoritariamente urbana y 2. no está concentrada en 1 o 2 urbes (una capital y un puerto como en otros países). Aunque Bogotá es la ciudad que mayor población concentra, hay una dispersión importante y, en consecuencia, si no se estudian 13 o 23 áreas metropolitanas del país, no tienes el panorama completo. El desarrollo regional, en el caso colombiano, no es una idea del residuo o de la periferia, estamos hablando del grueso poblacional y territorial del país. Es por esto que el Índice permite aproximarse a cómo se están comportando estas «condiciones habilitantes» para la producción, que es lo que denominamos en el conjunto como competitividad.

En esa medida, tenemos dos índices de los cuales nos sentimos muy orgullosos, ambos construidos en asociación con la Universidad del Rosario, que son el. Índice de Competitividad Departamental (ICD) y el Índice de Competitividad de Ciudades (ICC). En ambos casos medimos la competitividad, para los 32 departamentos y Bogotá y para las 32 ciudades capitales del país. Estos índices, siguen una metodología similar a la del World Economic Forum, con 106 indicadores, agrupados en 13 pilares, lo que nos permite construir una aproximación más clara a las debilidades y fortalezas de las regiones y de las ciudades y genera un insumo importante para la política pública.

¿Cuál ha sido la evolución en el tiempo de las brechas de competitividad en las regiones?

En este momento, debido a la coyuntura de la pandemia por COVID-19, las brechas de competitividad han aumentado en general en Colombia. El resultado del ICD que acabamos de publicar, reúne indicadores cuya medición se elaboró entre 2020 y 2021, por lo cual, aún nos encontramos midiendo los efectos de la pandemia y lo seguiremos haciendo durante un tiempo en adelante. Encontramos tres tendencias preocupantes, la primera es que, en muchos pilares, todas las regiones descendieron en términos de valor absoluto, por lo cual, aunque se hayan movido en el ranking, todas las regiones tuvieron un retroceso en competitividad. En segundo lugar, encontramos que las brechas se han ampliado entre las regiones más competitivas y las regiones menos competitivas, por lo cual, cada vez es «más difícil» para las regiones menos competitivas igualar sus condiciones habilitantes con las regiones más competitivas del país. En tercer lugar, se evidenció una alta volatilidad en los puestos del ranking, las regiones descendieron y ascendieron en el ranking de manera abrupta y aguda, esto debido a las condiciones retadoras del 2021, entre esas, por ejemplo, San Andrés no solo tuvo que lidiar con la pandemia sino con el Huracán Iota.

¿Cuáles son los factores determinantes en términos de «condiciones habilitantes» que hacen más o menos competitivo a un departamento o a una ciudad?

A través de los 13 pilares se puede medir lo que una economía requiere para poder ser competitiva. En una primera sección, «condiciones habilitantes» donde miramos: las instituciones, infraestructura, adopción TIC y sostenibilidad ambiental. La segunda sección de «capital humano» analiza: salud, educación básica y media, educación superior y formación para el trabajo. Hasta ahora, se analizan los cimientos que debe tener una sociedad para poder construir su producción. La sección de «eficiencias de mercados» integra: el entorno para los negocios, mercado laboral, sistema financiero y el tamaño de mercado. Finalmente, la última sección de indicadores «ecosistema innovador» incluye mediciones de: sofisticación y diversificación de la producción e innovación.

En términos de competitividad, ¿Qué lectura tiene de las zonas PDET?, ¿Está bien orientada la política de implementación hacia hacerlas más competitivas en términos de mercado?

Lo cierto es que cuando nosotros miramos cómo se comporta históricamente la «movilidad social» en el escalafón del IDC, los puestos más bajos los ocupan los departamentos de Vichada (2.28/10.0), Vaupés (2.53/10.0), Guainía (2.94/10.0), Chocó (2.99/10.0), Amazonas (3.05/10.0), Guaviare (3.19/10.0) y Putumayo (3.71/10.0). Es preocupante las bajas calificaciones que tienen los departamentos que ocupan los últimos diez peldaños del IDC. Considerando que esta calificación es un reflejo de la capacidad de generación de producto o riqueza en estás regiones, si no se logran construir estás capacidades mínimas, estás regiones no tienen vocación de futuro. Estos retos son enormes, especialmente considerando que conforme nos alejamos geográficamente del centro del país, cada vez es mucho más costos poder asegurar esas condiciones habilitantes para esas regiones.

Aunque Colombia cuenta con basta riqueza, y una dispersión de su población en distintos centros urbanos, aún existe una muy baja provisión de bienes públicos en esas regiones y es todavía muy costosa la presencia estatal. No podemos desligar el hecho de que esos pilares se construyen con capacidades, por lo cual, es aún más difícil que el talento humano pueda conseguir las capacidades necesarias para mejorar sus niveles de competitividad.

¿Cuál es el elemento potencializador de la competitividad en las regiones, bienes públicos, inversión privada que más se debe incentivar?

El IDC nos deja ver que cada uno de los 13 pilares es importante para mejorar las condiciones particulares de competitividad de cada región y aunque si se jalona un pilar y no cuentas con el suficiente avance en otro, el impacto es mínimo, considero que el factor fundamental para mejorar la competitividad en las regiones es la educación. Aunque parece una respuesta simplista, la educación es un factor fundamental para la competitividad en las regiones, ya que, podemos hacer el análisis contrario, puedes tener las mejores vías, aeropuertos, puertos, maquinaria, recursos naturales, tecnología y acceso a mercados, pero sin talento humano que opere esa capacidad productiva, no es posible ser competitivo. Por lo cual, la educación es el primer bloque que nos va a permitir construir las capacidades necesarias para ese entorno competitivo en las regiones.

Sin embargo, es importante que la educación vaya de la mano con la construcción de las otras capacidades y pilares que permitan la generación integral del ecosistema competitivo. Así mismo, es valioso que se considere las dificultades históricas de violencia y pobreza que hemos enfrentado en Colombia en el desarrollo de educación con un énfasis socioafectivo, condiciones de nutrición adecuadas para los niños y niñas de los territorios, además de la estabilidad emocional que viene de tener un hogar estable sin afectaciones por el conflicto armado, el desplazamiento forzoso u otras condiciones.

¿Cómo se puede «vender» a los gobiernos, locales, departamentales, y nacional la importancia del negocio, del mercado y de la empresa en la generación de crecimiento económico y de desarrollo?

Lo primero que se debe aprender a hacer es escuchar. Cuando se escucha a las comunidades sobre sus dolencias, expectativas y necesidades, sin desdén, permite la construcción de confianzas y la oportunidad de mostrar a las comunidades que el desarrollo es posible a través de actividades como la explotación minera, entre otras. Así mismo, es importante que las actividades productivas acompañen los procesos de desarrollo de las comunidades, para poder generar beneficios y también para evidenciar que es más costoso, en el largo plazo, tener que afrontar los costos sociales, ambientales y monetarios de las actividades informales e ilegales en los territorios.

Ana Fernanda Maiguashca

Presidente

Ana Fernanda Maiguashca es economista de la Universidad de los Andes, y MBA de la Universidad de Columbia. Fue codirectora del Banco de la República entre 2013 y 2021, y previamente se desempeñó como Viceministra Técnica del Ministerio de Hacienda. Ha recorrido diversos cargos relacionados con el mercado financiero colombiano. Fue Directora de Regulación Financiera, Superintendente Delegado Adjunto de Riesgos de la Superintendencia Financiera y pasó la primera parte de su carrera en el Banco de la República, en varias calidades, relacionadas con el desarrollo del mercado local de capitales y la regulación cambiaria. Es también miembro de varias juntas directivas.