Fábricas de productividad

 

Para que el programa de Fábricas de Productividad sea exitoso requiere que esté bien focalizado.

Una de las primeras decisiones del ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo, fue la de dedicarle esfuerzos a las fábricas de productividad y, no le falta razón. La productividad empresarial es determinante para el crecimiento económico del país, así como para el bienestar de la población, en la medida que aumentos en la misma se traducen en mejores retornos para los factores de producción –capital y trabajo–.

Si bien los estudios recientes muestran que en Colombia dos terceras partes de los aumentos en productividad en las empresas provienen de factores internos, es decir de la capacidad de producir de forma más eficiente y generar mayor valor con los mismos factores, son pocas las que están en capacidad de lograrlo. Hacerlo requiere poder identificar áreas de mejora para aprovechar mejor la mano de obra y los equipos o maquinaria instalados, así como inversiones que acerquen a la compañía a la frontera tecnológica. Igualmente, análisis de mercado y procesos de innovación para el desarrollo de nuevos productos.

Las razones que limitan el aumento de la productividad de las empresas son esencialmente dos. Por un lado, hay un gran número de compañías informales que no están interesadas en crecer para no volverse visibles para el Estado. Estas firmas, además, tienen bajo acceso a crédito formal y poco invierten en capital fijo.

De otro lado, están las empresas formales que, aún queriendo crecer, no lo logran por falta de conocimiento de los gerentes sobre qué acciones podrían generan mayor productividad, y por falta de recursos para hacerlo. Es precisamente a este grupo de empresas a las que busca apoyar el gobierno con el programa Fábricas de Productividad.

El programa está pensado como un servicio de extensionismo tecnológico que ayude a las empresas a identificar áreas de mejora puntuales que mejoren productividad y rentabilidad. Lo novedoso del programa es el esfuerzo de acercarse a empresas que tal vez no saben que necesitan estos servicios, y ayudarlas a desarrollar las capacidades para identificar nuevas áreas de mejora y crecimiento, de modo que se mantengan en una senda de aumento de productividad.

El programa es más que bienvenido, pero para que sea exitoso requiere tres condiciones. La primera, que esté bien focalizado. Esto es que se ciña a los principios establecidos en la Política de Desarrollo Productivo: al ser un apoyo directo a las compañías no debe limitarse a algunos sectores, sino estar disponible para empresas de cualquier sector que sean susceptibles de usar los servicios ofrecidos. La segunda, que se evalúe de manera rigurosa. Colombia tiene una historia corta en formulación e implementación de políticas públicas basadas en evidencia. Es fundamental que la ejecución del programa se haga sobre la base de los aprendizajes de los pilotos adelantados en programas de extensionismo tecnológico con apoyo del Banco Mundial y que, de ninguna manera, contamine la evaluación de Colombia Productiva, aún en marcha. La tercera es que se le dé el tiempo necesario para dar frutos.

Los países con programas de extensionismo tecnológico exitosos llevan más de 50 años ofreciendo el servicio a las empresas. Solo con políticas públicas consistentes, estables y efectivas es que el Estado puede ayudar a las empresas a mejorar su productividad en beneficio de toda la sociedad.