El sistema tributario colombiano se ha concentrado en gravar a las sociedades, contrario a la tendencia mundial. Mientras que en los países de la OCDE en promedio el 57 % del recaudo de impuestos directos proviene de personas, en Colombia es solo el 19 %.
Otro de los grandes desafíos que tiene el país hacia adelante es en materia de impuestos indirectos. La Ley 1819/2016 volvió permanente el gravamen a los movimientos financieros (GMF), lo que obstaculiza el acceso al crédito y promueve la informalidad y la evasión y elusión de las cargas tributarias.
Sumado a esto, el aumento del IVA y la eliminación del descuento de dos puntos de este tributo incrementó la tributación de los bienes de capital, lo que restringe la capacidad de transformación del aparato productivo. A esto se le agregan los problemas estructurales del IVA, los cuales no corrigió la Reforma.
A pesar de las elevadas TET, los ingresos tributarios del país como porcentaje del PIB son bajos para su nivel de desarrollo. Si bien el recaudo tributario se ha incrementado durante los últimos años, pasando del 14,6 % al 20,8 % del PIB entre 2000 y 2015, aún es muy bajo frente a los países de la OCDE (34,3 % del PIB), situación que es producto de la alta evasión y las deficiencias en la administración tributaria.
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