Mientras las empresas estén protegidas de la competencia y se premie el mantenerse pequeñas, menores serán los retornos a la innovación.
Hace unos días se publicaron los resultados para 2020 del Índice Global de Innovación (GII), que elaboran conjuntamente la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la Universidad de Cornell y la escuela de negocios INSEAD. El indicador evalúa las capacidades y los resultados en materia de innovación de las economías del mundo.
A Colombia no le va bien, y de los resultados se puede concluir que para alcanzar los niveles de ingreso necesarios para cerrar las brechas en bienestar existentes y agravadas por la pandemia del covid-19, se requiere posicionar la innovación como prioridad en los objetivos de desarrollo.
De hecho, el país obtiene el peor puntaje en el pilar de productos de conocimiento y tecnología, es decir en resultados de innovación. Pese a los avances en número de investigadores y productos de investigación, Colombia aún se encuentra por debajo de los países de la región, y existe un débil vínculo con el sector productivo.
Esto se refleja en la baja capacidad de transformar insumos en resultados de innovación. En los países líderes en el GII la razón de eficiencia, que mide la relación entre resultados e insumos de innovación, es en promedio de 82%, mientras que en Colombia es de 40%.
En el ranking general, Colombia ocupa el puesto 68 entre 131 países con un puntaje de 30,1 (Suiza, que ocupa el primer puesto, tiene un puntaje de 66,1) y el quinto entre los países de Latinoamérica, detrás de Chile, México, Costa Rica y Brasil. Entre 2015 y 2020 el país perdió un puesto en el ranking global y bajó su puntaje, mientras que India y Filipinas subieron 33 puestos gracias al mayor puntaje global.
La dificultad para transformar los insumos en resultados de innovación va más allá de las políticas e instrumentos específicos en esta materia. El hecho de que solo una de cada cinco empresas en sea innovadora responde también al entorno en el que operan y los incentivos para innovar.
Estos incentivos están relacionados con el nivel de competencia que enfrentan, tanto en el mercado doméstico como internacional, con la regulación que facilita o no su funcionamiento, y los instrumentos de desarrollo empresarial existentes. Colombia ocupa la posición 105 de 141 economías en el indicador de competencia del WEF, 10 posiciones por debajo del promedio de América Latina, y ocupa la posición 126 entre 141 países en distorsión de la regulación sobre la competencia. En la medida en que las empresas estén protegidas de la competencia y se premie el mantenerse pequeñas, menores serán los retornos a la innovación.
Lograr alinear los incentivos para promover la innovación requiere de un trabajo multisectorial articulado y consistente en el tiempo. En este frente la arquitectura institucional y mecanismos de gobernanza son fundamentales para que los esfuerzos se traduzcan en resultados.
En Colombia existen las instancias para la articulación en el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación y el de Ciencia, Tecnología e Innovación. Hace falta mejorar la gobernanza y establecer una visión compartida de largo plazo centrada en la productividad. Este debe ser el foco del Conpes de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, actualmente en elaboración.
Rosario Córdoba Garcés
Presidenta del Consejo
Privado de Competitividad