Colombia necesita crecer a tasas altas y sostenidas para mejorar la equidad y poder atender las necesidades de una población cada vez más exigente.
La semana pasada, en el Gran Foro Colombia: “¿Para dónde va el país?” de la revista Semana, la ministra del Trabajo, Alicia Arango, se refirió a las reformas pendientes que tiene el país en materia laboral y pensional.
Si bien la funcionaria destacó las proyecciones positivas de crecimiento económico para 2020 y 2021, cercanas a 3,6% y por encima del promedio regional y mundial, mencionó que esto no es suficiente para dinamizar el mercado laboral y que es preciso hacer frente a los tres problemas que caracterizan su deficiente funcionamiento: el desempleo, la informalidad y la baja productividad laboral.
En cuanto a esta última, la ministra presentó cifras muy alarmantes sobre ausentismo y estabilidad laboral reforzada, las cuales, junto con la baja pertinencia y calidad de la formación del capital humano constituyen las causas de la baja productividad laboral en Colombia.
Según las cifras del Ministerio de Trabajo y la ANDI, en 2018 el Sistema General de Salud reportó 28 millones de días de incapacidad laboral, que equivalen a 3 millones de registros, con una duración promedio de 7,5 días. Quienes más se incapacitan son los hombres entre los 20 y 29 años, especialmente los lunes y viernes.
Así mismo, para 2018, las empresas desembolsaron en promedio 2,3% adicional al salario de cada trabajador por costos directos e indirectos asociados al ausentismo laboral, lo que aumenta los ya elevados costos laborales no salariales del trabajo formal, hoy cercanos a 57%.
Adicionalmente, en 2018 36 de cada 1.000 trabajadores tenían algún tipo de restricción médica cobijada por estabilidad laboral reforzada, muchas de los cuales fueron reportadas o mantenidas de manera fraudulenta.
El creciente ausentismo laboral y la estabilidad reforzada en los casos que no ameritan la medida generan sobrecostos al sistema de salud y a las empresas e incentivan tanto la no contratación de personas con discapacidad como el establecimiento de relaciones laborales informales, lo que impacta negativamente la competitividad y la productividad.
Por su parte, aunque la ministra mencionó, pero no profundizó el tema, el mejoramiento de la formación y pertinencia de la fuerza de trabajo no da espera. Una de las grandes conclusiones del mes pasado en Davos es que los países deben implementar cuanto antes políticas de reentrenamiento de la fuerza laboral y fortalecer sus sistemas educativos y formativos en respuesta a la automatización y apropiación tecnológica. Un gran reto para Colombia, dada la posición que ocupa en el pilar de apropiación tecnológica del Índice Global de Competitividad.
El que haya sido la ministra la que presentara estas cifras y destacara la necesidad de una reforma laboral es sin duda una buena noticia y el comienzo del camino hacia lo que tiene que hacerse.
Pero, esto no se puede quedar en una presentación en un foro. Colombia necesita crecer a tasas altas y sostenidas para mejorar la equidad y poder atender las necesidades de una población cada vez más exigente. De hecho, un estudio de 2018 McKinsey denominado Outperformers: economías emergentes de alto crecimiento y las compañías que los impulsan demuestra que fueron los países que llevaron a cabo agendas pro-crecimiento enfocadas en aumentar la productividad a partir de buenas políticas públicas los que lograron crecer a tasas altas y sostenidas, sacando a millones de personas de la pobreza y mejorando la equidad.
Rosario Córdoba Garcés
Presidenta del Consejo Privado de Competitividad.