Por estos días, en los que se está discutiendo el monto del incremento del salario mínimo, lo único que no puede dejarse de lado es la productividad, y su desempeño de los últimos años. De hecho, esta ha permanecido estancada por más de dos décadas, y hoy Colombia registra uno de los niveles más bajos de productividad del mundo, incluso inferiores a los del resto de países de América Latina.
El reto de aumentar la productividad es mayúsculo, y debe formar parte de los planes de gobierno de los aspirantes a la presidencia de la República. Más que en diagnósticos, que los hay múltiples, la discusión debe centrarse en cómo lograr aumentar la productividad en los diversos frentes. Esto es, disponiblidad de capital humano competente que acompañe el proceso de transformación productiva del país, acciones al interior de la firma que aumenten la productividad y, por supuesto, un entorno favorable para que las empresas puedan operar y competir adecuadamente.
En cuanto a lo primero, es determinante que las compañías cuenten con un capital humano pertinente y competitivo. En Colombia, no solo la productividad laboral es baja, sino que cerca del 50 por ciento de los empresarios del país tienen dificultades para llenar sus vacantes, entre otras cosas, por la falta de competencias genéricas y específicas de los aspirantes.
Si bien el Gobierno Nacional ha planteado estrategias para corregir esta situación, como el Marco Nacional de Cualificaciones o el Sistema Nacional de Educación Terciaria, estas no han tenido un avance contundente ni han contado con el apoyo decidido de la academia y algunas entidades gubernamentales. Al sector empresarial le ha faltado mayor compromiso con ambos temas. Avanzar en el cierre de brechas de capital humano implica una colaboración estrecha entre el Gobierno Nacional, la academia y el sector productivo. Esta articulación permitiría fomentar el mejoramiento de la calidad y pertinencia de los procesos educativos y formativos, así como establecer acuerdos y políticas de largo aliento que trasciendan los periodos de gobierno.
Lo anterior puede partir de las capacidades institucionales actuales. Al interior del Sistema Nacional de Competitividad, Ciencia, Tecnología e Innovación, del que participa el sector privado, está la Comisión Intersectorial para la Gestión del Recurso Humano, que se ocupa específicamente de temas relacionados con las brechas de capital humano y el desarrollo y ejecución de estrategias para su cierre. No obstante, preocupan las señales que ha dado el Ministerio de Trabajo, desde el cual no parecen comprender la importancia de contar con una interacción permanente con el sector privado en este tipo de instancias.
De otro lado, la productividad al interior de las unidades productivas debe impulsarse mediante acciones relacionadas con la adopción de buenas prácticas tecnológicas y gerenciales, así como con una cultura de crecimiento empresarial.
Por último, el entorno adecuado para competir se logra a través de políticas que faciliten la eficiencia en la asignación de recursos de la economía. Una infraestructura de alta calidad, un sistema de transporte efectivo, un mercado laboral más flexible y menos costoso, un sistema tributario equitativo y progresivo, una política comercial que incentive las exportaciones, y una agenda de ciencia y tecnología más decidida y enfocada, deben ser parte de una estrategia enfocada para el desarrollo del pías.
*Columna publicada en Portafolio