El incremento de la productividad laboral en Colombia es uno de los principales retos que tienen en común los sectores público y privado. De acuerdo con cálculos del Consejo Privado de Competitividad, en 2012 la productividad agregada de la economía colombiana solo representó 22,1% de la productividad agregada de Estados Unidos. En otras palabras, en Colombia se necesitan 4,5 trabajadores para producir el mismo valor agregado que genera un trabajador estadounidense. Es preocupante que esta brecha de productividad, en lugar de mejorar, siga empeorando desde 2006, cuando esta relación era del 23,2%.
Adicional a su bajo nivel, la productividad laboral colombiana también presenta una alta heterogeneidad al interior de los sectores productivos (medida como la relación entre ingresos operacionales y costo de nómina). Como se puede ver en el Gráfico 1, en todos los sectores existe una gran cantidad de empresas con una muy baja productividad (barras altas situadas a la izquierda del gráfico) –evidenciando que se encuentran lejos de la frontera eficiente de producción– y un número mucho más bajo de empresas con niveles de productividad más alto (barras bajas situadas a la derecha del gráfico). Como resultado, la productividad promedio (así como la mediana) de cada sector es baja y se sitúa hacia la izquierda del gráfico.
Productividad laboral intrasectorial 2012
Uno de los factores que explica la baja productividad de gran parte de estas empresas es la baja capacidad gerencial, que se limita a la adopción de buenas prácticas empresariales y de tecnologías ya probadas que permitan mejorar los procesos productivos.
De acuerdo con resultados recientes del World Management Survey, llevada a cabo por el London School of Economics, el Banco Mundial y el Departamento Nacional de Planeación; la calidad gerencial en Colombia tiene brechas significativas. El país se ubicó en el último lugar de los países incluidos en este estudio, por detrás de países de referencia como Brasil, Chile, Argentina y México, al presentar un desempeño insatisfactorio en las cuatro dimensiones medidas: operaciones, recursos humanos, metas y monitoreo. Lo más preocupante es que los empresarios nacionales no son conscientes de estas brechas, pues el país presentó la mayor diferencia entre la autocalificación y el resultado del estudio (Gráfico 2). Claramente, esta percepción es contraproducente pues es improbable que se implementen acciones de mejora de las competencias gerenciales si ni siquiera se es consciente de que existen brechas al respecto.
Gráfico 2. Desempeño en el World Management Survey y diferencia entre autocalificación y resultado de la encuesta
Lo anterior ilustra la importancia de contar con programas de política pública robustos que apunten a mejorar las capacidades gerenciales en las empresas del país. Este tipo de instrumentos deberían ser parte importante de una Política de Desarrollo Productivo efectiva. Para su adecuada implementación habrá que abordar retos importantes en materia de relacionamiento Nación-región en la medida en que las áreas de mejora pueden variar regionalmente, pues intervenir clusters de empresas podría llegar a ser más costo-eficiente que hacerlo a nivel individual y de evaluación de impacto de estas intervenciones.