Columna publicada en Portafolio.
Parece mentira, pero es real. Por falta de coordinación e innumerables tires y aflojes entre las entidades del gobierno, no ha sido posible que salga adelante el Conpes de Política de Desarrollo Productivo (PDP) que tanto se ha anunciado, y al que se le han dedicado más de dos años de trabajo, con el acompañamiento del sector privado, el BID y el Banco Mundial. La PDP es una política necesaria, que ya existe en los países con los que Colombia compite, y que no solo permitiría a los empresarios enfocarse y planear sus inversiones de largo plazo, sino que llevaría a una mayor sofisticación y diversificación de la producción de bienes y servicios en la economía. Es, sin duda, la apuesta del gobierno por la productividad del país.
Desde hace varios años, el sector privado ha insistido en la necesidad de una política de este tipo. De hecho, varias entidades han aprovechado sus asambleas anuales para invitar a expertos internacionales y generar una discusión en torno de su conveniencia.
Dani Rodrik, prestigioso economista de Harvard y experto en el tema ha sido invitado tres veces; hace cuatro años, por el Consejo Privado de Competitividad (CPC), y más recientemente por Asobancaria y la Andi. Idris Jala, gerente del programa de transformación productiva del gobierno malayo, estuvo reunido con el presidente Santos y algunos miembros del gabinete para compartirles el caso de éxito de Malasia y la forma como los gobiernos pueden implementar este tipo de programas.
En el mismo sentido intervino en el Hay Festival de Cartagena Ha-Joon Chang, de la Universidad de Cambridge, economista que ha escrito sobre industrialización y desarrollo económico. Seguramente, Mariana Mazzucato, autora del Estado Emprendedor, no se separará mucho de esta línea cuando venga en los próximos meses, invitada por Colciencias.
La razón de la insistencia en la PDP no es otra que la de poner a Colombia a tono con lo que está sucediendo en el resto del mundo. En los últimos años se ha construido un cuerpo de evidencia que muestra que las fallas de mercado y de coordinación que existen entre actores justifican contar con acciones del Gobierno al unísono con el sector privado. Un ejemplo es la construcción de sistemas de riego para incrementar los rendimientos de los cultivos agrícolas, o el diseño de deducciones tributarias para inversiones en innovación.
El esfuerzo no ha quedado solo a nivel de conferencias de expertos. Son muchas las publicaciones que hablan sobre la conveniencia de contar con una política de esta naturaleza. En el 2014 el CPC publicó una propuesta de Política de Desarrollo Productivo para Colombia con el fin de promover la sofisticación y la diversificación de la economía colombiana, basada en una economía de libre mercado y estrategias audaces de coordinación pública y privada. También la Andi y la Universidad de los Andes han presentado propuestas dirigidas a lograr este mismo propósito.
Recientemente, el ministro de hacienda, Mauricio Cárdenas ha venido hablando de la ‘nueva economía’ como la salvación para sacar el país adelante, luego del desplome de los precios de los commodities. Sin embargo, su iniciativa no será viable sin una estrategia clara para desarrollarla. El Gobierno tiene la responsabilidad de mostrar que, al dar vía libre al Conpes de Política de Desarrollo Productivo -en conjunto con el de Ciencia, Tecnología e Innovación- está trazando la ruta para lograr una economía nueva y moderna.