Colombia es un país dividido entre un sector que tiene una serie de características que normalmente recogemos dentro del término “informalidad”, y que abarca la mayor parte del país, y una porción formal que resulta en comparación pequeña. Esta división se da entre personas y empresas. A lo largo de los años se ha recolectado evidencia de cómo esos elementos que caracterizan la informalidad conllevan una serie de consecuencias negativas para estas personas y empresas, de manera tal que no es la informalidad. per se la que resulta preocupante, sino sus efectos. El Consejo Privado de Competitividad (CPC) ha documentado en diferentes versiones del Informe Nacional de Competitividad (INC) y en informes especiales1 esas consecuencias negativas, en particular sobre la productividad y el bienestar, y cada año se hace un recuento de las recomendaciones acogidas. Una pregunta importante es entender por qué no hemos logrado como país avanzar en los consensos necesarios para eliminar estas barreras.