El INC 2015-2016 hace seguimiento a distintas áreas fundamentales para la competitividad las cuales repercuten de manera crucial en las perspectivas futuras de la competitividad de Colombia. Cada uno de los Capítulos del INC 2015-2016 incluye recomendaciones específicas para mejorar la competitividad del país, dirigidas al Gobierno Nacional y, en ocasiones, al sector privado.
Gráfico 1: Posición de Colombia en los principales rankings internacionales de competitividad 2006-2015.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en el WEF, Banco Mundial e IMD. De la misma manera, se resalta el progreso del país en el Índice Global de Competitividad (IGC) del Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés), al pasar del puesto 63 entre 122 países en 2006 al puesto 61 entre 140 países en 2015. En contraste, Colombia ha perdido puestos en el Anuario de Competitividad Mundial del Institute for Management Development (IMD), en el que el país pasó del puesto 40 en 2006, al puesto 51 en 2015 entre 61 países. Es importante aclarar que –tal como se puede observar en el Gráfico 2– la mejora en el IGC del WEF se debió principalmente a un avance acelerado en el pilar de “desarrollo del mercado financiero”, en el que Colombia escaló 54 posiciones en los últimos cinco años y se ubicó en el puesto 25 entre 140 países. El salto en dicho pilar se explica primordialmente por la mejora en la variable “Índice de Fortaleza de los Derechos Legales” del Doing Business, en la cual el país pasó a ocupar la primera posición en el mundo en 2015, debido a la expedición de la Ley 1676 de 2013 de Garantías Mobiliarias.Gráfico 2: Evolución de Colombia en los 12 pilares del IGC. 2010-2015.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en WEF.
Es claro que el país continúa teniendo grandes desafíos en materia de competitividad. Más aún, en la mayoría de pilares del IGC en los que Colombia ha tenido retrocesos en los últimos cinco años y ha mostrado avances en solo tres de ellos: ambiente macroeconómico, desarrollo del mercado financiero y sofisticación de los negocios. En particular, son preocupantes los rezagos del país en pilares como instituciones, infraestructura, salud y educación primaria, eficiencia en el mercado de bienes y eficiencia del mercado laboral. Estos rezagos llevan a que a Colombia le esté costando trabajo cumplir con la visión de convertirse en el tercer país más competitivo de Latinoamérica al año 2023, al continuar en 2015 en la misma quinta posición en la que estaba cuando se definió dicha visión. No resulta sorprendente observar el nulo crecimiento de la productividad que ha tenido el país en los últimos quince años, a pesar de los aumentos evidentes en los niveles de inversión en el mismo períodoGráfico 3: Evolución de la inversión y la productividad en Colombia, 2000-2014
Fuente: DANE, DNP, Cálculos OEE – Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Lo anterior es preocupante en la medida en que es bien sabido que el crecimiento de la productividad es el determinante fundamental del crecimiento de largo plazo de una economía. La baja productividad del país es un reflejo del escaso nivel de sofisticación del aparato productivo colombiano. Este bajo nivel de sofisticación se ejemplifica en el incipiente contenido tecnológico de la canasta exportadora colombiana frente a países de referencia.Gráfico 4: Exportaciones según intensidad tecnológica de los países seleccionados, 2014.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en UNCTAD.
En particular, más del 80% de las exportaciones del país se concentra en productos primarios o basados en recursos naturales y mano de obra, mientras que sólo un 5% de éstas corresponde a productos con alto nivel tecnológico. La mejora en productividad es un reto aún más imperante en la actual coyuntura económica, en la cual, tal como venía insistiendo el Consejo Privado de Competitividad (CPC), los “vientos de cola” –es decir, los altos precios de los commodities y bajas tasas de interés a nivel mundial que empujaron el crecimiento económico de muchas economías emergentes– se acabaron (Gráfico 5). La alta dependencia del país en los ingresos petroleros y la consecuente caída de los precios se ha traducido en un creciente déficit fiscal en 2015, y en un aumento dramático del déficit comercial, el cual ha aumentado en más de USD 6.000 millones en los últimos dos años.Gráfico 5: Participación de los cinco primeros productos de la canasta exportadora de Colombia frente a países de referencia, 2014.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en Comtrade y DANE. Lo más preocupante es que a pesar de la profunda devaluación que ha tenido el peso colombiano, las exportaciones no tradicionales siguen sin reaccionar, impidiendo el cierre del déficit comercial que ha generado la caída en las exportaciones minero-energéticas. A la compleja situación descrita anteriormente habría que sumarle los retos que impone un eventual escenario de posconflicto, cuyo éxito depende en gran medida de garantizar las condiciones a través de las cuales se logren niveles altos y sostenidos en competitividad, en especial a nivel regional. Todo lo anterior lleva a que sea inaplazable enfrentar el reto de mejorar la productividad y la competitividad del país.Gráfico 1: Posición de Colombia en los principales rankings internacionales de competitividad 2006-2015.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en el WEF, Banco Mundial e IMD. De la misma manera, se resalta el progreso del país en el Índice Global de Competitividad (IGC) del Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés), al pasar del puesto 63 entre 122 países en 2006 al puesto 61 entre 140 países en 2015. En contraste, Colombia ha perdido puestos en el Anuario de Competitividad Mundial del Institute for Management Development (IMD), en el que el país pasó del puesto 40 en 2006, al puesto 51 en 2015 entre 61 países. Es importante aclarar que –tal como se puede observar en el Gráfico 2– la mejora en el IGC del WEF se debió principalmente a un avance acelerado en el pilar de “desarrollo del mercado financiero”, en el que Colombia escaló 54 posiciones en los últimos cinco años y se ubicó en el puesto 25 entre 140 países. El salto en dicho pilar se explica primordialmente por la mejora en la variable “Índice de Fortaleza de los Derechos Legales” del Doing Business, en la cual el país pasó a ocupar la primera posición en el mundo en 2015, debido a la expedición de la Ley 1676 de 2013 de Garantías Mobiliarias.Gráfico 2: Evolución de Colombia en los 12 pilares del IGC. 2010-2015.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en WEF.
Es claro que el país continúa teniendo grandes desafíos en materia de competitividad. Más aún, en la mayoría de pilares del IGC en los que Colombia ha tenido retrocesos en los últimos cinco años y ha mostrado avances en solo tres de ellos: ambiente macroeconómico, desarrollo del mercado financiero y sofisticación de los negocios. En particular, son preocupantes los rezagos del país en pilares como instituciones, infraestructura, salud y educación primaria, eficiencia en el mercado de bienes y eficiencia del mercado laboral. Estos rezagos llevan a que a Colombia le esté costando trabajo cumplir con la visión de convertirse en el tercer país más competitivo de Latinoamérica al año 2023, al continuar en 2015 en la misma quinta posición en la que estaba cuando se definió dicha visión. No resulta sorprendente observar el nulo crecimiento de la productividad que ha tenido el país en los últimos quince años, a pesar de los aumentos evidentes en los niveles de inversión en el mismo períodoGráfico 3: Evolución de la inversión y la productividad en Colombia, 2000-2014
Fuente: DANE, DNP, Cálculos OEE – Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Lo anterior es preocupante en la medida en que es bien sabido que el crecimiento de la productividad es el determinante fundamental del crecimiento de largo plazo de una economía. La baja productividad del país es un reflejo del escaso nivel de sofisticación del aparato productivo colombiano. Este bajo nivel de sofisticación se ejemplifica en el incipiente contenido tecnológico de la canasta exportadora colombiana frente a países de referencia.Gráfico 4: Exportaciones según intensidad tecnológica de los países seleccionados, 2014.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en UNCTAD.
En particular, más del 80% de las exportaciones del país se concentra en productos primarios o basados en recursos naturales y mano de obra, mientras que sólo un 5% de éstas corresponde a productos con alto nivel tecnológico. La mejora en productividad es un reto aún más imperante en la actual coyuntura económica, en la cual, tal como venía insistiendo el Consejo Privado de Competitividad (CPC), los “vientos de cola” –es decir, los altos precios de los commodities y bajas tasas de interés a nivel mundial que empujaron el crecimiento económico de muchas economías emergentes– se acabaron (Gráfico 5). La alta dependencia del país en los ingresos petroleros y la consecuente caída de los precios se ha traducido en un creciente déficit fiscal en 2015, y en un aumento dramático del déficit comercial, el cual ha aumentado en más de USD 6.000 millones en los últimos dos años.Gráfico 5: Participación de los cinco primeros productos de la canasta exportadora de Colombia frente a países de referencia, 2014.
Fuente: Consejo Privado de Competitividad con base en Comtrade y DANE. Lo más preocupante es que a pesar de la profunda devaluación que ha tenido el peso colombiano, las exportaciones no tradicionales siguen sin reaccionar, impidiendo el cierre del déficit comercial que ha generado la caída en las exportaciones minero-energéticas. A la compleja situación descrita anteriormente habría que sumarle los retos que impone un eventual escenario de posconflicto, cuyo éxito depende en gran medida de garantizar las condiciones a través de las cuales se logren niveles altos y sostenidos en competitividad, en especial a nivel regional. Todo lo anterior lleva a que sea inaplazable enfrentar el reto de mejorar la productividad y la competitividad del país.