Hace once años el Sistema Nacional de Competitividad se fijó la meta de convertir a Colombia en uno de los tres países más competitivos de América Latina en el año 2032. Sin embargo, hasta el momento el panorama no es alentador, dado el bajo nivel de las exportaciones colombianas y su grado de diversificación y sofisticación.
La inserción de la economía colombiana en el mercado internacional sigue siendo baja, luego de más de dos décadas de haber iniciado su proceso de internacionalización y a pesar del incremento en el número de tratados de libre comercio (TLC). Mientras que el comercio de bienes y servicios como porcentaje del PIB era de 35,4 % en 1990, este se redujo a 34,7% en 2016. Frente a países de referencia, Colombia presenta el comercio como proporción del PIB más bajo, solo supera a Brasil y Argentina.
La baja inserción de las exportaciones colombianas en el mercado mundial es consecuencia de los pocos incentivos que existen en el país para exportar. Pese a la reducción gradual del arancel nominal promedio, existe una gran dispersión arancelaria que se traduce en protecciones efectivas, que incluso llegan a superar el 100 % para algunos sectores y, en otros casos, son negativas. En paralelo a la disminución del arancel promedio, se han incrementado las barreras no arancelarias.
Adicionalmente, el proceso de diversificación de la economía colombiana es pobre, pues las exportaciones siguen concentradas en un grupo reducido de productos. Los primeros cinco productos de exportación del país concentraron el 57 % de las exportaciones en 2016, frente a niveles inferiores al 50 % en buena parte de la década del 2000. Con respecto a países de referencia, Colombia es el país menos diversificado.
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